No suelo dejar
que los demás
se asomen mucho
más allá
de mi mueca-sonrisa.
Acércate y verás
tú, inconsciente transgresor,
cuan profundo
es el abismo.
Grita fuerte
para comprobar
tú, osado fisgón,
como no hay eco
en las cloacas
del alma.
Fija la mirada
en el oscuro marrón,
y mi infinita tristeza
se comerá,
trocito a trocito,
tu paz, tu sosiego
y tu calma.