de noche
al volcán Arenal
ha de ser más
impresionante
sobrecogedor,
si acaso,
el espectáculo,
algo sobrenatural
Esa vez
fue la segunda
en rendirte pleitesía:
alquilamos unas cabinas
comimos en La Fortuna
rodeamos tu laguna
y nos dirigimos,
de nuevo,
a encontrarnos
con tu chispeante lava
(nuestro cuerpo relajado
tras el día en Tabacón)
con el guía
comenzamos
el acercamiento
las nubes cercaban
tu cumbre
las chispas jugaban
en el espesor del vapor
y no había forma
cristiana
de verte venir
por segunda vez
en años
te escondías
a la mirada española
Sin embargo, Arenal
no creas
que, de alguna manera,
te saliste con la tuya:
tus rugidos,
casi redoble de tambores,
nos impactaron en la negrura
de la selva costarricense.
Y lo mejor, e inesperado,
de aquel momento:
el mar de luciérnagas verdes
que salió a nuestro encuentro
El recuerdo de la marea
de luz
nos acunó
nos arrulló
por el resto de la noche
Aún hoy lo hace
(Dedicado a mis padres y a mi hermana, por aquellos momentos felices y aventureros en Costa Rica)
Gracias, Alicia, por llevarnos contigo a esos paraísos misteriosos e ignotos de tus viajes (interiores).
ResponderEliminargracias a ti por leerme
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