Amor Miguel es intenso en gestos y palabras. Con su ceño fruncido y sus patillas recortadas se revuelve enfurruñado camino de su escondite, mientras masculla quejas, lástimas y miserias y de paso te retuerce, sin saberlo o sabiéndolo, ese cachito de alma que esté escuchando atentamente esas cuitas infantiles y esos pesares sin lágrimas ni lloros.
Ese niño...
Esquevayacomoesesteniñomadredediosquevayatela decimos su padre o su madre mientras salimos tras él o quedamos plantados en el parquet prometiéndonos y volviéndonos a prometer que ese niño que esquevayacomoesesteniñomadredediosquevayatela no se va a salir con la suya esta vez. Ni ésta, ni ésta.
Ni ésta otra...también...madredediosquevayateladeniño.
Pero Amor Miguel es mi Amor. Y a veces me veo en él cuando le miro, y a veces también a su abuelo Miguel. Y cuando tuerce el morro a veces lo que quiero es besarlo, y si sale corriendo me entran ganas de abrazarlo, y otras veces, aunque chille o regañe, siento en el fondo que lo que querría gritar es que he llegado al límite de lo que sé decir o hacer y que necesito ayuda para salvar ese momento y aprovecharlo con una risa o con un beso.
Eres tú, Amor. Miguel.
Ahora con cuatro, llegará el día, ojalá, en el que leas esto y, ojalá, te haga sentir tan feliz como tú me haces sentir a mí. Lovu boy.
Alicia me ha encantado, muy bonito
ResponderEliminarmuchas gracias. Muac
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