Esperanza no es solo un nombre común, abstracto, no contable. Muda de cara como la mudamos nosotros cada día y puede ser común porque nos ataña a todos/as, puede ser abstracto, porque nos de por clasificarlo así, puede ser no contable porque no sepamos cuantificarlo.
Como actitud vital, se enreda entre los dedos una vez que la hemos
asido y no la queremos soltar. Por eso la esperanza no es solo un nombre común. Es un nombre propio, tu nombre; y es concreto y contable, porque la vemos en pequeños gestos cotidianos, la escuchamos en las palabras de los amigos, la notamos con cada rayo de sol que nos da en la cara y en las cosquillas que nos hace cuando se nos ha enroscado definitivamente entre los índices y los pulgares.
Esperanza no es solo un nombre. Y la tengo enredada en las entrañas.
Para Espe, amiga de Mimí
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