Y ella, de humilde,
no se da cuenta,
pero lleva el pelo prendido
de flores y lentejuelas.
De sus mechones de negro
saltan guirnaldas de hojas,
briznas de verde hierba
y requiebros de amapolas.
Cuando vayas a hablar con ella,
no le digas que te conté nada,
quédate con sus ojos de lince,
que sonríen sin decir nada.
Pensando en María José Bueno.
No le diré nada...Es precioso, vibrante,colorido, lleno de brisa primaveral...y muy acertado.
ResponderEliminarJAJA. Me alegra que te guste
ResponderEliminarun besito y gracias